domingo, 18 de mayo de 2014

EN EL PUNTO DE PARTIDA DE LA LITERATURA: Tener algo que decir y decirlo.

En el Virgen del Socorro parece haber pasado este curso un  rayo, que lejos de ser ése que "nos parta", nos ha iluminado y suministrado kilovatios de biomasa creativa. Porque, si iniciábamos el último tramo del curso felicitando a un compañero por el Premio de Poesía "Chispa", ahora nos llega la noticia de que otra alumna, Helena Huelva Martín de 2ºD, ha sido la ganadora  de la  quincuagésimo cuarta edición del CONCURSO DE JÓVENES TALENTOS, PREMIO DE RELATO CORTO que convoca y patrocina la firma Coca-Cola.

Muchísimas felicidades, Helena, a título personal, como responsable del Departamento de Lengua y Literatura y, cómo no, de todo el equipo de profesores que formamos la plantilla de este centro. Pero permíteme que felicite con la misma admiración (a lo que le sumo el cariño)  a tu profesora, mi compañera Rocío Acevedo, por la labor que realiza curso tras curso con el alumnado al que detecta capacidades para la creación literaria. Comparte con ella tu merecido premio, Helena, siempre te sentirás orgullosa de haber tenido como madrina en tus incipientes pasos literarios a la profesora Rocío.

Además de las felicitaciones, desearte que logres las capacidades de INGENIO, TALENTO, TÉCNICA, INTUICIÓN, INVENCIÓN E INNOVACIÓN. Si consigues todo esto después de soportar algún rayo que te parta (eso dicen los que salieron de la Lámpara Maravillosa) y logras en los buenos lectores el grado de la verosimilitud de lo real inventado o lo imaginario vivido, llegarás a la categoría de GENIO. Y entonces, La Lámpara Maravillosa del Genio del Arte tuyo cotizará el kilovatio/tiempo X,  biomasa incombustible, sin la ministerial de turno "subasta eléctrica". Hasta entonces, disfruta con la escritura, escribe sin ir más allá de lo que sanamente te divierta. Te lo digo con todo mi amor.

Estos días vamos a dedicarle la entrada de Lengua y Literatura a Helena, y publico en el SOS el relato que ella ha elegido para compartirlo con todos sus compañeros y compañeras. No es el relato ganador, porque el premiado es de creación presencial de los participantes, in situ, en el lugar donde son convocados para desarrollar una creación  a partir de un tema sobre el que tiene que versar el relato.



Gracias a la firma comercial por esta labor cultural que suma décadas de Chispa de la Vida. El patrocinio en la cultura es necesario, y justo. Pero los docentes comprometidos con nuestra profesión y con la sociedad en la que vivimos, tememos entre nuestra obligaciones atravesar el currículo académico con temas que eduquen a estos jóvenes ciudadanos en valores universales. Uno de ellos es el CONSUMO RESPONSABLE, como hace constar la legislación vigente.



LOS OJOS DEL CUERVO
La farola era la única luz existente en aquella calle. La poca iluminación del lugar hacían de él un sitio lúgubre. La bombilla parpadeó, haciendo que las sombras que proyectaban las casas se acortaran y alargaran formando múltiples y extrañas formas.
Amanda tuvo que animarse a sí misma mentalmente para seguir adelante. El frío cortante de la noche tenía sus mejillas ligeramente quemadas y la nariz respingona estaba congelada. Se acurrucó en su chaquetón. El abrigo era la única pincelada de color en aquella callejuela. Amanda resopló formando una voluta de vaho que se perdió enseguida.
Amanda Martín Saavedra nunca fue una persona temerosa ni supersticiosa, pero le daban pavor las noches sin luna como aquella, pues de niña, su abuelo le solía decir que cuando el pálido astro no se asomaba, el mundo de los vivos y los muertos estaba más cerca. Si ella hubiera sabido desde el principio que esa noche no habría luna, no hubiera salido sola. Pero la joven necesitaba, urgentemente, inspiración y sus mejores libros siempre se le habían ocurrido en un paseo nocturno. La editorial estaba impaciente ya que, desde la muerte de su abuelo, no había vuelto a escribir.
Llegó andando hasta la herrumbrosa verja de un cementerio y se paró. Pasó su marfileña mano por entre los barrotes gélidos y, entonces la escuchó. 
Era una voz increíblemente limpia, melódica, un regalo para el oído de la mujer que, intrigada, empujó suavemente la cancela del cementerio hasta abrirla por completo pues aquella arcaica melodía provenía de algún lugar entre la multitud de lápidas.
Al entrar Amanda notó enseguida un cambio en la composición del aire. Parecía más pesado, con un extraño olor a azahar, aun siendo todavía otoño.
A pesar de que su intuición le gritaba que no siguiera, ella marchó con paso decidido hacia donde provenía la voz.
La encontró sentada junto a un manzano, allí donde la hilera de tumbas había acabado y sólo quedaba una vasta extensión de hierba. Era una muchacha que podría tener unos dieciocho años. Su larguísimo pelo negro cual alas de cuervo, caía sobre su espalda y la blanquecina piel parecía a punto de difuminarse. Tenía los ojos más maravilloso y extraños que la escritora había visto nunca, el arco iris se hacía presente en ellos. Su sonrisa melancólica hizo que el corazón de Amanda se redujera, pero al percatarse de la marca que la chica tenía en la mejilla izquierda, se le paró completamente. Era igual a la suya.
Cuando Amanda se disponía a preguntarle quien era, ella paró de cantar y le indicó que se sentara. Se fijó en su corsé y en la falda hasta los tobillos, que no correspondían a la época actual.
            - Espero que vengas buscando una historia, pues es lo único que puedo ofrecerte. Soy Iris, y ….
Soy Iris y mi vida hace tiempo que se extinguió. Llevo muerta tanto que no recuerdo la fecha exacta de mi fallecimiento.
Para poder pagar los impuestos mis padres me pusieron a trabajar de sirvienta en el Palacio desde mi más tierna infancia y pronto me familiaricé con la ajetreada y confusa vida del lugar. Cuando te acostumbras no es tan frustrante que te traten como a un mueble.
El día en que él llegó a Palacio comenzó como cualquier otro, excepto por una cosa, vi un cuervo sobrevolando el cielo esa mañana.
Los rumores corren muy deprisa y más aún en Palacio donde no había mucha distracción. Aquel día el rumor de que un sacerdote había llegado se extendió por todas partes con suma rapidez hasta llegar a mis oídos. Y una orden alteró toda mi vida. Solo: “Ve a servir la mesa, Iris”.
Cogí la bandeja de plata con los vasos y la jarra de vino. Cuando entré en el salón vi a un joven varón de espaldas, hablando con la marquesa y su hijo. Me fijé en las ropas del que supuse sería el sacerdote, una rasgada y oscura capa lo envolvía. La noble señora le indicó que se sentara pero justo antes de hacerlo se dio la vuelta y…me miró.
Sus ojos increíblemente grandes hicieron que me congelara. Eran grises, del color del cielo antes de una tormenta. Su piel era oscura, aparte de quemada por el frio. Tenía el pelo rubio, rizado y enmarañado. Parecía un tanto desnutrido pero estaba segura de que un poco más de comida y descanso harían de él un joven espectacular. Apenas tendría unos tres o cuatro años más que yo.
Pero lo que más me impresionó fue la mirada que me dirigió, cálida, brillante,… y de reconocimiento, como si ya me hubiera visto antes. Intimidada quizás, salí corriendo de allí en cuanto pude.
Se me ordenó ser quien sirviera en los aposentos del muchacho cuando la marquesa decidió alojarlo temporalmente.
Al principio no pasó nada. Yo le llevaba el desayuno, hacía su cama,…y a veces le pillaba mirándome de la forma en que lo hizo la primera vez que me vio. Hasta que me invitó a pasear. A partir de ahí iba todas las tardes con Alejandro al jardín a pesar de estar cubierto de nieve. Hablábamos y él me enseñaba mientras yo le seguía ensimismada.
Pero no fue ese mi error, mi error fue…escaparme con él cuando se marchó de Palacio, ya que si no lo hubiera hecho nunca habría conocido al verdadero demonio.
Nos marchamos a Segovia.
El único problema era que Alejandro seguía siendo siervo de Dios, así que nuestro amor era casi imposible. Por eso habíamos viajado hasta allí, para que lo consultara con su guía espiritual, el Cardenal Juan Pardo de Talavera, que tenía una modesta residencia en la cuidad.
Una sirvienta nos abrió la puerta  me di cuenta de que en su pómulo izquierdo asomaba un moratón.
La estancia no era tan impactante como el palacio de la marquesa, pero estaba bien decorada. Maravillosos cuadros de óleo colgaban de las paredes de piedra del pasillo que desemboca en una escalera, junto a la puerta del salón donde el Cardenal recibía las visitas. Al entrar allí, vi un hombre de espaldas, ancho y alto. Por su vestimenta me di cuenta que era el Cardenal. Al volverse descubrí una nariz torcida, unos claros ojos, casi transparentes, que miraban evaluándolo todo, en especial a mí, haciendome sentir sucia.
Nos dedicó una sonrisa. Alejandro y el Cardenal se abrazaron y decidieron ir a hablar a otra parte, dejándome a solas con la criada.
Cuando los dos hombres regresaron, Alejandro parecía bastante nervioso, preocupado. No entendía por qué pero me quedé fría cuando él me anunció que nos quedaríamos una temporada con el Sr. Pardo de Tavera.
Así que recogimos todas las cosas que teníamos en la posada y nos instalamos en las alcobas para invitados del Cardenal.
Y de buenas a primeras me enteré de que Alejandro aún no era sacerdote. De pequeño la gente de la villa, en la que yo había vivido siempre, quemaron la casa y el negocio familiar de telas de sus padres por dos dudosas razones: eran herejes y los telares estaban infestados por la peste. Pero lo cierto es que, a pesar de los rumores, nadie murió por esa enfermedad en la villa.
Él se salvó y vivió algunos meses de la caridad, aunque la gente no se acercaba. Y, ahí fue cuando Alejandro y yo nos vimos por primera vez.
A escondidas de mi madre, que tenía miedo de que me relacionaran con los “herejes”, le llevé una manzana. Compartir ese instante hizo que no me olvidara jamás. Poco despuéscondenaron al malherido Alejandro a veinte latigazos en la Plaza Mayor de la villa. Con la buena o mala suerte de que el Cardenal Juan Pardo de Tavera andaba por allí y lo salvó, cuidando de Alejandro como un hijo para que éste después ingresara en un convento donde le transmitieron la fe. Antes de ordenarse  el Cardenal le encomendó misiones secretas, las cuales nunca me contó. Una de ellas le llevó al Palacio de la Marquesa.
Realmente a mí no me importó demasiado que aún no fuera sacerdote, al contrario, fue una excelente noticia, pues significaba que podríamos casarnos pronto. Aunque todo se torció…a partir de esa noche.
Me desperté desvelada por una pesadilla y decidí dar un paseo por los pasillos para aclarar un poco la mente.
Cuando caminaba, al principio sólo escuchaba mis pasos resonar en el suelo pero, luego, me di cuenta de que se oían unos golpes. Avancé  siguiendo el ruido hasta llegar a una puerta de la que provenían. Pero me di cuenta de que alguien gritaba, amortiguadamente y gemía de dolor con rabia.
Debí hacer algo más pero salí corriendo cuando noté que alguien se acercaba a la puerta desde dentro. Me escondí en una alcoba casualmente abierta y vacía, dejando una rendija por la que apenas entraba un resquicio de luz. Aunque sí la suficiente como para ver los ojos fieros y salvajes del cardenal alumbrados por una vela.
Me eché hacia atrás corriendo, tropezando con la cama. El Cardenal paró en seco. Mi corazón se encogió como si alguien estuviera oprimiéndolo. La puerta chirrió cuando de Tavera entró. Una lánguida sonrisa cruzó su cara. Mi respiración se aceleró por el miedo. Dejó la vela en la cómoda de al lado y se acercó a mí silenciosamente, con la seguridad de un tigre que sabe que la selva es suya. Yo intenté alejarme pero estaba la cama y sin poder hacer otra cosa, me caí.
Temblé cuando el hombre se sentó y el colchón se hundió bajo su pecho. Fui hacia atrás pero su mano rápida me agarró el tobillo. Convirtió ese gesto en una extraña y desagradable caricia. Quería gritar pero no había aire en mis pulmones y mi garganta estaba reseca.
            - Eres preciosa y he querido esto desde hace tiempo – dijo el viejo repasándome con la mirada.
Me acarició la cara. Con el valor que me quedaba le mordí la mano. Él gritó. Sus ojos casi transparentes se encendieron. Me liberé de su agarre y salí huyendo pero lo subestimé y se interpuso entre la puerta y yo. Me empujó y caí de espaldas al suelo.
Sonrió triunfante pero alguien le pegó un puñetazo por detrás. La cara de un furibundo Alejandro apareció tras de él. El trabuco apuntaba tembloroso a la cabeza del Cardenal pero éste tenía un as en la manga y, antes de que mi salvador apretara el gatillo, un destello rápido y un fuerte ruido cambiaron el curso de mi historia.
Y lo vi caer, como si el tiempo se detuviera. Grité tan fuerte que me desgarré la garganta. La bala le había dado de lleno en el corazón. La sangre me salpicó. Me miré las manos y luego a sus ojos grises… que se cerraron para siempre.
Con una fuerza salida de la furia y la rabia golpeé con el portavelas al asesino, al demonio. Este perdió el equilibrio por la sorpresa golpeándose con la cómoda, quedándose inconsciente.
Aproveché para huir.
Pero al final… sólo recuerdo los gritos, una plaza llena. Una pira… La sonrisa triunfante del Cardenal. El fuego… el desagradable olor a piel quemada, mi piel quemada. Mucho humo... “¡Bruja, matad a la bruja!”… mis pulmones no aguantaron. La vista se me hizo borrosa pero pude ver el movimiento de las alas de un cuervo negro… y sonreí a la muerte como un amigo con el que por fin me había reencontrado.
- Esa… es mi historia. Y tú eres la portadora, como tu abuelo… y tu bisabuela y todos tus antepasados. Hasta ahora todos han guardado el secreto… ¿qué harás tú?
Dos años después Amanda publicó su segundo best-seller, “Los ojos del cuervo”.

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Para que luego me digáis que yo escribo entradas muy largas. Pues este relato de Helena, íntegro esta semana.

Sabéis que puedo pasar de las palabras, pero no de la Música. Porque:


Lo que no vale la pena decirlo, se canta;
la Música revela toda la Sabiduría;
la Música puebla toda la soledad de repente;
es el más poderoso imán de las Artes,
allí donde suena una partitura, no puede haber cosa mala;
las palabras pueden mentir (eso es Literatura), 
pero la mentira no puede con la Música
sí  con  la Poesía,
porque ésta o ésas Musas, le deben a la Música las Matemáticas
de la ecuación del ritmo, 
del compás, 
del acento, 
del pentagrama: la Aritmética.
Y "porque es el Arte que más cercano se halla de las lágrimas y de los recuerdos". 

(Esto último, Oscar Wilde dixit, lo demás adaptado for me).

Por eso que no pueda de dejar de sonorizar una entrada.


Helena, a esta mujer la descalificaron de un concurso de jóvenes talentos en un programa televisivo de EEUU. El "tribunal" dijo que no llenaría ni un teatro de un hotel de Las Vegas. Pero fue fiel a sí misma, y no convirtió el violín en material fungible de pira ni en ojos de cuervo (el gótico-romántico no pasará de los actuales best-seller). Y a ésta la partiría un rayo que convirtió en luz maravillosa todo su potencial de "brujilla". Por si te cuestionan "jurados" de "premios".





O con el inmortal GENIO de CLARO DE LUNA





y encuentres la Luz aun en las Noches de Luna Nueva, como ésa que nos cuentas de tu Amanda. 

Rosa 



20 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades a Helena, Rosa sigues escribiendo mucho... No escribas tanto Rosa.

Alberto Martín 2ºA

Unknown dijo...

Enhorabuena Helena, lo que más me ha gustado de tu relato es como lo empiezas.

Unknown dijo...

Felicidades Helena, me a gustado mucho sigue a sin. ¿Qué te inspira para escribir todo esto?

Un saludo.

Unknown dijo...

Helena, escribes mas que Rosa, muy bien, no me gusta las historias tan triste, mucha suerte. Y el vídeo el primero es mejor jeje.

Unknown dijo...

Helena tu texto esta muy bien y los videos tuyo de rosa esta fantasticos pero una pregunta¿En la Edad Media habia trabuco o pistolas? No se no me pega,Un saludo

Unknown dijo...

Enhorabuena a Helena mucha suerte como escritora .

Los videos de rosa muy bonitos los dos, aunque me gusta mas el primero

Un saludo

Unknown dijo...

Felicidades Elena que aunque sea una historia muy rebuscada y algo macabra te a quedado muy bien be a por todas y az otra.

Unknown dijo...

Me alegra ver Rosa que te a gustado el video que te enseñe del dubstep violin asin que aqui te dejo otro muy bueno con el piano https://www.youtube.com/watch?v=Ge-_h4u4_us

Unknown dijo...

-- Albert, y tú por qué no escribes un poco más en los exámenes?? Dale el último achuchón al curso, hombre.

-- Rafalete, lo del trabuco y la pistola: ya tienes una tarea, si algo no te cuadra se busca. Helena está empezando a escribir Literatura y no sabéis el merito que tiene eso, que a vuestra edad se construya una historia con unos personajes, en un tiempo, con coordinación gramatical, vocabulario preciso. Por eso ha ganado el premio.

-- Lindsey Stirting es una máquina, me alegro que os haya gustado.

-- Camacho, me encantó el vídeo, y éste que dejas, igualmente. Ay, Jesús, si trabajaras un poquito más, te esforzaras por escribir mejor y más legible.

Hasta mañana.

Unknown dijo...

Gracias a todos por dar vuestra opinión :)
Y respondiendo a las preguntas...
¿Cómo me inspiro?... Pues la verdad es que no lo sé... Yo simplemente me pongo a escuchar música con los cascos y... ya está, me pongo a escribir.
Y sí, había trabucos no pistolas (lo tuve que buscar en la wikipedia ;P), porque las pistolas no se inventaron hasta más tarde.
Y...en cuanto a lo triste... es porque en ese momento estaba escuchando una canción triste jaja :3
Saludos de Helena

Unknown dijo...

Ahh!! Y los vídeos me han encantado, sobre todo el primero

Unknown dijo...

Es una suerte tenerte como alumna, Helena. Felicidades, te lo mereces. Gracias compi, y felicidades también a ti. Rocío A.

Anónimo dijo...

Helena, mis más enhorabuena, tienes futuro como escritora, ten seguro que si sacas un libro lo compro en cuanto salga a la venta. Me ha gustado mucho el relato, aunque el final es un poco triste.

Rosa me ha gustado los dos vídeos, pero sobre todo el primero.

Un Saludo. Andrea Cano R. 2ºB

Unknown dijo...

Gracias Helena, y ya sabes, pásate tú y tu grupo por aquí. Y no dejes de ponerte los cascos ;-) Rocío, no me dejes sola, muá.

Gracias Andrea. Y le paso a Helena un vídeo que ha dejado Sofian de 2ºB para ella en otra entrada.

http://www.youtube.com/watch?v=07IVwA74ilc

Hasta mañana. Rod.

Anónimo dijo...

muy bonito todo mea gustado mucho!!!.

Anónimo dijo...

Es muy bonito! Me encanta (:

Anónimo dijo...

Felicidades Helena de Troya, ya te las di en su día pero te las vuelvo a dar. Sabes que me encantan tus historias. Que cada día se aprende algo nuevo contigo. Espero que sigas escribiendo porque se te da genial. Sigue así cariño mío. un besito de la nena.(:

María García Palomo

Anónimo dijo...

Rosa como siempre perfectas tus entradas lo q mas me ha gustado han sido las canciones la primero muy chulo el ritmo y mas el vídeo pero el segundo al escucharlo me tranquilizo y me entro un sueño XDD un abrazo y espero tu proxima entrada XD
Claudio

Rosa Ortega Díaz dijo...

Me alegra que te gusten. Ya prepararé algo para la semana que viene, pero lo mismo que vosotros deberíais estar estudiando a tope para sacar el.curso lo mejor posible, yo quiero.dejarlo todo listo antes de irme. Hasta el lunes.

Anónimo dijo...

vale rosa asta mañana

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